Reflexión en torno a «La evolución creadora»

•noviembre 25, 2008 • Deja un comentario

Bergson se pregunta si lo seres vivientes se pueden adaptar al sistema de la ciencia, esto algo que puede llegar a ser dificil de responder, ya que uno no puede saber la adaptación de todos, hay algunos mas adaptados y otros que simplemente no lo están, claro que todo esto esta relacioado con la inteligencia y intelecto de cada ser, por lo que es algo dificil de entender. En el caso de que haya que responderla, lo mas probable esque si se puedan adaptar, ya que los seres vivientes si tienen la capacidad para hacer esto, sin embargo, no todos los seres vivientes podrían, solo algunas especies de estos, entre estos los humanos.

Esa sería la respuesta de mucha gente probablemente pero Bergson plantea su pregunta de un punto de vista vitalista (filosofía vitalista), por lo que la respuesta puede que sea mas compleja de lo que nosotros pensamos, ya que tiene que ver con la filosofía vitalista y eso hace que todo se haga mas complejo y sea necesario estudiar todo esto para despues de un largo tiempo comprendiendo la filosofía vitalista poder comprender la respuesta

La evolución creadora

•noviembre 25, 2008 • Deja un comentario

evolucion1En su obra La evolución creadora, Bergson hace acopio de algunas de las ideas más importantes en torno a su propia filosofía vitalista. Con la finalidad de acceder a los planteamientos del autor en torno al tema del orden vital, a continuación se hará un breve recuento de algunos de los conceptos fundamentales vertidos en ese texto.

En primer término, Bergson se preguntaba si los seres vivientes, en tanto sistemas naturales, pueden encajar en el sistema de la ciencia, que es un sistema artificial, o si más bien deberían compararse con el todo del Universo (a manera de un orden general de la naturaleza). Él estaba consciente de que la posición del vitalismo es difícil de mantener por el hecho de que en la naturaleza no hay ni finalidad meramente interna ni individualidad marcada de un modo absoluto.

En esta búsqueda de un acercamiento al misterio del orden natural, Bergson se dio cuenta que los instrumentos propios de la ciencia eran insuficientes al punto de que habría que sustituir la inteligencia propiamente dicha por la realidad, más comprehensiva, de la que la inteligencia sólo es una reducción

Reflexión en torno a «la Superación del “Concepto” y el Giro Irracional»

•noviembre 25, 2008 • Deja un comentario

Bergson plantea el concepto de inteligencia y el concepto de la inteligencia filosófica como factores relevantes en cuanto al lenguaje en el conocimiento humano. Se hace esta relación porque el intelecto tiene mucho que ver con la evolución del conocimiento (el intelecto tiene que ver con todo lo del ser humano). Por esto mismo es que la filosofía está estrechamente relacionada con el intelecto de quienes quieren ejercer la filosofía en algun caso, para quienes deben trabajar con esta o para quienes desean estudiarla.

La inteligencia en sí es algo muy complejo de entender, todos podremos decir que sabemos de que hablamos cuando nos referimos a la inteligencia, sin embargo, en realidad no todos lo podemos saber, ya que es algo que puede salir del margen de nuestra imaginación. Puede que tengamos alguna idea de lo que es la inteligencia, pero no lo sabemos del todo, nadie la puede comprender del todo. Por esto es que se transforma en un tema interesante de analizar y para hacer relaciones filosofIa – intelecto.

La inteligencia filosófica tiende a ser lo mas objetiva posible, aunque muchos exponentes no sean objetivos, la mayoria no es objetiva, pero nada sería igual si estos siguieran esto de que tiene que ser objetiva. Se plantean distintas opiniones y se puede aprender a raiz de esto.

El concepto de inteligencia es algo que vá mas allá de lo complejo que nosotros podríamos pensar, por lo tanto ha q aprender a comprenderla y estudiarla de manera completa para asi tener todo este tema un poco mas claro, porque nunca se podrá entender en su totalidad.

La Superación del “Concepto” y el Giro Irracional

•octubre 28, 2008 • Deja un comentario

Estas constataciones llevaron a Bergson a considerar con atención el papel que juega la inteligencia y el lenguaje en el conocimiento humano, porque en su prolija indagación logró percibir que la espacialización de la noción de tiempo estaba vinculada con la forma en que la facultad intelectiva aprehende la realidad y, en un acto de elaboración posterior, la expresa. Bergson se da cuenta que la asociación del homo sapiens y del homo loquax está en el origen mismo de la incapacidad de la filosofía y de la ciencia para comprender exactamente el alcance vital de la duración en cuanto tal.

Esto, porque enfrentada al devenir de la realidad, la inteligencia ejerce una especie de influjo paralizante en la vitalidad de las cosas, mediante el despliegue del procedimiento de la abstracción que da a luz el concepto con el cual se construye la lógica y la ciencia. La inteligencia selecciona y separa los rasgos comunes que aparecen en la multiplicidad de lo real, y así genera los conceptos que se expresan en el lenguaje. Pero estos conceptos pasan a constituir una realidad distinta que se superpone a la de las cosas, que alude simbólicamente a ellas o sólo acierta referirlas en forma tenue y tangencial.

Es el concepto el que determina que la inteligencia entienda el tiempo como sucesión, el movimiento como inmovilidad, el cambio como serie de posiciones. Es el concepto generado a partir de la intelección abstractiva el que cercena las aristas multiformes de lo real, y nos presenta un opaco y estático espectáculo del mundo.

La inteligencia filosófica necesita un método distinto al utilizado hasta entonces; un método que sea capaz de introducirse en lo íntimo de las cosas y participar con ellas de la vitalidad y dinamismo del mundo. Hay que regresar -si se nos permite usar esa expresión- a métodos que se adapten a las sinuosidades de lo real y nos conecten con lo que las cosas realmente son, prescindiendo de las relaciones implicadas en la utilización de los conceptos generales.

Reflexión en torno al «mundo del yo»

•octubre 28, 2008 • Deja un comentario

Henri Bergson desde su forma de visionar la vida, de una manera filosófica obviamente,

Nos explica “el mundo del yo”, que en realidad es “su mundo del yo”, ya que representa los pensamientos de un individuo concretamente, alguien que no posee temores de reproducir públicamente sus opiniones. En “el mundo del yo” perteneciente al Sr. Henri Bergson, se explica que en este mundo fantástico que posee cada persona, se utiliza un lenguaje que es adecuado para el mundo del espacio, sin embargo, es inapropiado para el mundo del yo, esto se puede deber a que la persona puede querer su libertad como también no la puede querer, eso es algo de cada uno, tal vez también se puede desear o querer con una enorme ansiedad pero por un motivo u otro no se puede llevar a cabo.

Otro aspecto importante de lo que postula Bergson es la “duración real”, que por Bergson es considerado como un dato inmediato de la conciencia.

Todo esto que este relacionado con el “mundo del yo” ya mencionado anteriormente, es algo de lo que no se puede esperar menos, ya que estamos hablando del gran Henri Bergson. Se nos explica partes del yo, y como puede reaccionar la persona cuando se introduce en este, refiriéndose a su libertad propiamente tal.

El mundo del yo

•octubre 7, 2008 • Deja un comentario

El mundo del yo. En el Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, B. se plantea la cuestión de si tal vez el conocimiento más directo e inmediato de nosotros mismos no estará deformado por el hábito del conocimiento exterior, fundamentalmente espacial. No debe olvidarse, y el autor lo explica en el Prefacio de dicha obra, que lo que él busca es una solución al problema de la libertad, como un carácter esencial de nuestro yo concreto. ¿No será que la dificultad, tanto en éste como en tantos otros problemas filosóficos, está en que hablamos y pensamos un lenguaje propio para el mundo del espacio, pero inadecuado para el mundo del yo? Así parece ser según B., para quien el dato inmediato de la conciencia es la «duración real», en la que se manifiesta la estructura del yo y en la que no se dan momentos externamente sucesivos, sino momentos interpenetrados en un desarrollo vivo. Desde aquí sí entenderemos la libertad; si vamos con el pensamiento a esos momentos de nuestra vida en que hemos tomado una decisión grave, comprobaremos que es imposible reproducir esos instantes y su relación legal con lo que les precedió. O sea, que lo que suele ocurrir es que, por espejismo, o por no querer ser libre, se confunde la «duración real o concreta» con la duración simbólica, y se cae en la misma aparente antinomia de los sofismas de la Escuela de Elea.

Reflexión en torno a «evolución de Bergson II»

•octubre 7, 2008 • Deja un comentario

Este gran aventurero de la vida llamado Henri Bergson, propuso ideas acerca de la evolución del hombre, pero no tanto de un aspecto físico, sino que mas bien de un aspecto psicológico, o tambien sociológico. Bergson hizo comparaciones entre el hombre y animales, y la conclusión fue que el hombre gracias a su inteligencia ha sido capaz de llegar mas lejos que ls demas especies, ya que fruto de esta inteligencia ya mencionada, nacen extraordinarios descubrimientos y experimentos que buscan una solución que solo el hombre es capaz de resolverla.

Segun Bergson, aunque el hombre posea tanta inteligancia o inteligencia tan desarrollada, este también posee defectos. Bergson explica que hay algo que no permite libertad de expresión, y que encierra al hombre en una cápsula que no tiene sálida alguna, esto se refiere a una cerrada sociedad basada en una religión de mitos. A medida que fue avanzando el tiempo el hombre se liberó un tanto mas pero aun asi siguen habiendo factores que impiden libertad de expresión, o también hechos totalmente violentos que no tendrian porque existir, ya que nos encontramos en un mundo «civilizado», si esto fuera asi, existiria libertad de expresión, mas tolerancia y varias cosas mas que son realmente importantes para lograr vivir en armonia, pero lamentablemente nosotros al igual que Henri Bergson, nos damos cuenta que nada de esto es asi, y que realmente vivimos en un mundo de fantasía que no tiene límites.

Evolución de Bergson II

•septiembre 30, 2008 • Deja un comentario

Enlazando con el «ímpetu vital» que ha llevado al mundo a su evolución, Bergson constata que la naturaleza ha orientado al hombre hacia la evolución social, lo mismo que a las hormigas o a las abejas. Pero los logros del hombre no están predeterminados como los de aquéllas, sino que dependen de su inteligencia y de su voluntad. Lo que más acerca al hombre al impulso creador, es precisamente la moral y la religión. Pero hay que distinguir una doble moral: la cerrada, que es una moral de hábitos, que la comunidad inculca en sus miembros para su autosupervivencia, y que rige solamente para los miembros de esa comunidad, y una moral abierta, incluso de amor, que no conoce límites, que se extiende a todos los hombres, e incluso a todo lo creado.

Las dos fuentes de la moral y de la religión son, pues, la presión social y el impulso del amor. La diferencia entre ellas no es gradual, sino cualitativa. En la práctica, sin embargo, ambas van juntas: la primera presta a la segunda algo de su carácter obligatorio, y la segunda, algo de su impulso. A la sociedad cerrada corresponde una religión de mitos que trata de frenar los excesos de los hombres. Es propia de las sociedades antiguas, estáticas, supersticiosas y violentas.

Con la llegada de la ciencia y de la industrialización, preparadas por la gran revolución espiritual del cristianismo, se posibilita para el hombre una sociedad abierta, dinámica, democrática y no violenta. No ignora Bergson los efectos negativos acarreados por el progreso tecnológico, pero ello se debe a que el hombre ha sustituido al gozo creador por la búsqueda del placer. La técnica debería ser un instrumento de liberación para todos, en lugar de ser una continua fuente de guerras e incluso un peligro de autodestrucción.

Reflexión en torno a evolución de Bergson

•septiembre 30, 2008 • Deja un comentario

Como bien lo plantea Henri Bergson, el ser humano se distingue de los animales en la inteligencia, ya que esta es lo que marca bien la diferencia. La inteligencia del hombre a llegado a trae consigo a la ciencia (tema importante dentro de nuestra historia), que sin duda nos ha traído grandes alegrías o grandes descubrimientos también, cosa que los animales no pueden llegar a ser, ya que no poseen la misma inteligencia que el ser humano, quizás algunos pueden llegar a acercarse pero nunca igualarla o superarla, otro factor que nos diferencia es el habla. Los animales a su vez se diferencian de las plantas, según la primera bifurcación del ímpetu vital (según Bergson), se dice que se diferencian porque las plantas no llegan hasta un punto estable y se quedan ahí estancadas, se detiene su evolución, sin embargo los animales con todas sus características que además los diferencian de otros organismos como lo son las plantas, siguen con su evolución a lo largo del tiempo.

Henri Bergson tuvo tendencias hacia la filosofía, pero esto no le impidió que también se involucrara con la evolución, sin embargo, cuando hablo acerca de evolución muchas veces lo hizo desde un punto de vista filosófico, que tal vez fue lo que marco la diferencia entre Bergson y los demás personajes que hablaron acerca del tema, que se basaban en biología netamente. Pero al contrario este viejo sabio supo como dar opiniones, postulados, etc. Ya que siempre sus dichos fueron con la cordura adecuada de un hombre de tal trascendencia como lo es Henri Bergson.

Evolución de Bergson

•septiembre 23, 2008 • Deja un comentario

La primera bifurcación del ímpetu vital da lugar a la distinción entre el animal y la planta. La planta detiene muy pronto su propia evolución; el animal, sin embargo, se proyecta más allá, gracias al movimiento y al instinto, en varias direcciones, algunas de las cuales resultan fecundas, y otras no. El instinto produce sus propios instrumentos orgánicos, pero en ellos mismos establece su límite. La inteligencia humana, sin embargo, es capaz de construir sus propios instrumentos inorgánicos, como para colmar una insuficiencia del instinto natural.

La inteligencia coloca al hombre en el camino de la conciencia y del concepto, de modo que pueda responder mejor a sus necesidades vitales. Por ello construye «formas vacías», categorías y esquemas (y sobre todo el lenguaje, al que no llega el animal). La más alta expresión de la abstracción se halla en la ciencia, cuyo instrumento es el intelecto, y cuyo procedimiento característico es el análisis. Pero el intelecto no es el único medio de expresión de la inteligencia. Ésta se expresa también en el instinto acompañado de la conciencia. Esa vuelta al instinto desinteresada y consciente de sí, es lo que Bergson llama «intuición». La intuición se convierte en el órgano de un real conocimiento participativo que se expresa en el arte, si va dirigido a lo individual, y en la metafísica, si se refiere a la totalidad de la vida en su ímpetu vital.

Sobre estas bases, Bergson afronta el tema de la evolución en su libro L´évolution créatrice que, como nos muestra la experiencia, afecta también al universo. Comienza rechazando el modelo de Spencer (determinismo) así como el evolucionismo finalista, ya que ambos niegan la espontaneidad y la novedad del proceso real. La evolución de la realidad es «ímpetu vital» (élan vital), acción que continuamente se crea y se enriquece. La vida natural crece como un haz de estrellas, como un fuego de artificio que se bifurca al estallar en varias direcciones.

La primera bifurcación del ímpetu vital da lugar a la distinción entre el animal y la planta. La planta detiene muy pronto su propia evolución; el animal, sin embargo, se proyecta más allá, gracias al movimiento y al instinto, en varias direcciones, algunas de las cuales resultan fecundas, y otras no. El instinto produce sus propios instrumentos orgánicos, pero en ellos mismos establece su límite. La inteligencia humana, sin embargo, es capaz de construir sus propios instrumentos inorgánicos, como para colmar una insuficiencia del instinto natural.